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Así Controlan los Influencers nuestras Decisiones

Hace unos meses escribí unas conclusiones para el artículo de María Ballesteros «De profesión, jurado de televisión» para el periódico El País sobre el poder que tienen los famosos sobre nuestras decisiones. En particular nos centramos en cómo afecta la opinión del jurado en las decisiones de los aspirantes a concursos de televisión. Quería compartir con vosotrxs un artículo más extenso, con más datos y videos para que juzguéis con consciencia como dejamos (o no podemos evitar, según como lo mires) que nos controlen en ciertas circunstancias.

Cuando termines de leerlo, alucinar y replantarte o no tu existencia, cuéntame en los comentarios qué opinas y sobre todo, si tú hubieses dado descargas eléctricas que pueden llegar a matar a otra persona sólo porque un presentador/a te lo diga.

¿Cómo crees que afecta en los concursantes que el jurado sea famoso?

Respeto, admiración, miedo y sumisión podría ser una buena forma de resumirlo todo, aunque sería demasiado genérico.

Hay que tener en cuenta que cuando alguien va por primera vez a un plató de televisión tiene que gestionar diversos factores: las cámaras; el público; la imagen de sí mismxs frente a la multitud; el hecho de que los presentadores o jurado sean estrellas y/o personas que han conseguido alcanzar el éxito anhelado… Todo ello genera mucha tensión. Se podría decir que para un porcentaje muy alto de personas el plató de televisión activa como una especie de piloto automático en su cerebro. Si te dan órdenes, obedeces.

Además, en muchos de estos programas se deben superar varios castings para poder acceder a la prueba final, generando en el concursante lo que se denomina escalada de compromiso. Esto significa que cuanto más participamos en algo más entramos en un estado de sumisión ante la autoridad.

Experimento sobre la obediencia a la autoridad

Stanley Milgram (psicólogo autor del experimento sobre la obediencia a la autoridad) denominó este estado como agéntico. Esto quiere decir que una persona que considera que toma decisiones por si misma, cuando está encerrada en un sistema (en este caso programa) en el que alguien tiene un estado superior de autoridad le dice “haz algo”, esa persona se verá a sí misma como un mero ejecutor. Aunque le pidas realizar una acción que no se corresponda con sus valores, en la mayoría de los casos lo realizará. Están al servicio de la autoridad.

Para entender hasta que punto somos capaces de obedecer en contra de nuestros principios en una situación de presión, el experimento de psicología social de Milgram consistió en que individuos realizasen preguntas a un sujeto al que no podían ver, si este no acertaba le suministraban una descarga eléctrica cada vez más alta. Aunque la persona gritase y pidiese por favor que se parase el juego, el psicólogo (la autoridad) insistía en que el juego debía continuar. Más del 65% terminaron sometiendo al sujeto a una descarga de 450 voltios. De no ser porque nadie recibía realmente las descargas, el sujeto podría haber muerto.

A continuación podréis ver el documental que sin duda os dejará los pelos de punta.

Experimento original:

Este experimento se replicó 50 años después en formato de piloto de concurso de televisión y los resultados fueron similares, si no peores.

Réplica años después:

 

Durante años, las televisiones comerciales nos han enseñado que es bueno humillar, pisotear, eliminar y ser sádico (Supervivientes, Sálvame, Operación Triunfo…). Y esto nos lo tomamos desde un punto de vista gracioso, entretenido.

Caso de obediencia en Operación Triunfo

Si queremos analizar un caso de obediencia a la autoridad actual, podríamos hablar de las concursantes de Operación Triunfo, Aitana y Ana Guerra con la canción “Lo Malo”.  Durante la emisión del programa 24 horas expresan que no se sienten cómodas con esa canción (un trap) para representar a España en Eurovisión.

Noemí Galera y Manu Guix (en este caso la autoridad) imponen su autoridad ante las concursantes. Les sugieren que tengan “mucho cuidado en como dicen estas cosas”; les preguntan: “¿qué pensáis que cantareis cuando salgáis de Operación Triunfo?” (y no se equivocaban); y les advierten que “si no queréis cantar esto, se cierra la barraca y todos a casa”, también remarcan que como mínimo deberían confiar en ellos porque «acaban de salir del huevo, tienen 18 años y no tienen ni puta idea de la industria musical«.

Entre otros mecanismos de dominación, Noemí y Manu se refieren también a todo el equipo de profesionales que ha trabajado duro en escoger su canción, ejerciendo presión en las concursantes.

En este momento, la responsabilidad ya no es de Ana y Aitana, si no que se convierten en meras ejecutoras sin capacidad de decisión. Tras estos duros y contundentes argumentos para las concursantes, finalmente ellas agachan la cabeza, lloran, callan, lo aceptan y cantan, aunque queda claro porque repiten varias veces que no se sienten reconocidas en esta canción para representar a su país.

 

La televisión impone sus valores, difunde sus modelos y termina convirtiéndose en una autoridad. Y hoy en día las redes sociales son una extensión más de la televisión. Se han fabricado con el mismo molde, la misma publicidad y los mismos valores. Por ello, si un/a influencer te dice compra esto, confiamos en esa persona y compramos a ciegas.

Pero ¿qué es lo que hace que consideremos a un famoso como autoridad?

Según parece, el motivo de que la opinión de un experto tenga tanta influencia se debe a que para la mayoría de las personas es más fácil dejar que sea el experto quien tome la decisión. Esto es debido a las heurísticas o atajos mentales que utilizamos para ahorrar la energía que gastaríamos si tenemos que buscar y contrastar toda esa información por nuestra cuenta cada vez que tenemos que tomar una decisión.

Algunos factores son clave para considerar a un influencer como autoridad:

La vestimenta: confiamos más en lo que nos diga un doctor con uniforme que sin el. En el caso de Risto, por ejemplo, las gafas son características y dan un halo de curiosidad que genera respeto, por imposible que parezca.

Los títulos o experiencia que tenga la persona en cuestión: una carrera musical exitosa podría ser un buen ejemplo. Muchos títulos en la pared del médico de cabecera te hace estar más tranquilo y confiar más en su decisión.

El reconocimiento social: seguidores en redes sociales, número de likes, niveles de audiencia en un programa. Somos animales sociales y si al resto le gusta, debe ser bueno ¿no?

La manera y los modales: si te fijas, en los programas de televisión, cada persona del jurado tiene una personalidad muy marcada y diferente. Se dice que las personas enigmáticas son más atractivas por la curiosidad que nos generan.

La riqueza: si esa persona gana mucho dinero, inconscientemente creemos que es más inteligente.

Todos estos factores consiguen que los concursantes (y a día de hoy, nosotrxs en casa mirando el móvil podemos ser considerados concursantes), nos sometamos de alguna manera a lo que el jurado le diga, confíen en sus consejos e incluso a veces actúen en contra de sus valores.

El ser humano es un animal social que necesita a su especie para sobrevivir y sentirse seguro. No hay peor sensación que la de ser excluido y rechazado de un grupo social en el que se desea estar. Algunas veces, el precio que pagamos debido al desconocimiento y la presión social es muy alto. Conocer como funciona nuestra mente ante este tipo de procesos puede ser la forma de tomar decisiones más conscientes y racionales.

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2 comments

  1. Lupita_calaverita dice:

    Totalmente de acuerdo, las nuevas tecnologías tienen muchos contras, entre ellos que nos hemos vuelto más vagos para contrastar información, ya sea para adquirir productos o para estar informados. Los líderes de opinión son los que nos dan el trabajo hecho a cambio de engrosar sus bolsillos. Ni siquiera consumen el producto pero nos lo meten por los ojos y como ovejitas sociales que somos vamos directos al matadero neuronal.

    1. Mascaraque dice:

      Curioso que cuantos más medios tenemos para contrastar información, más confiamos en lo que nos digan los demas. Así es nuestro cerebro, siempre intentando ahorra energia. Gracias por dar tu opinión Lupita 🙂

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